The Potter

Para mí la persona que me inspira mayor semejanza a la tortuga es mi padre. Desde pequeño he tenido la suerte de pasar mucho tiempo con mi padre, el me llevaba al parque y siempre juntaba un grupo de numerosos niños para hacer un partido de futbol, incluso las niñas querían participar y hacían de periodistas en torno a él. Cuando fui un poco más mayor, unos 6 años, una vecina le propuso entrenar a un grupo de chicos, un año más mayores que yo, entre los cuales estaba su hijo (hoy en día mi mejor amigo) que jugaba con nosotros en el parque. Mi padre aceptó y aunque durante el primer año no me estaba permitido jugar por no tener la edad reglamentaria, yo siempre iba a los entrenamientos y partidos. Así nos fuimos haciendo mayores y algunos de los chicos de aquel equipo ahora forman mi grupo de amigos y siempre me dicen: “Macho, si yo hubiese tenido que aguantar el trato tan exigente que te daba tu padre, le hubiese mandao por ahí”, pero yo nunca me di cuenta de tales exigencias porque a mí lo que me gustaba era estar todo el día pegado a mi padre, no pensaba que hubiese una vida sin él.
Todo el tiempo que mi padre le dedico a estar con nosotros no ha sido en vano ya que aparte de ser mi padre muchos de mis amigos lo consideran como suyo también y le quieren con locura. No hace falta mucho para darte cuenta, simplemente tu vas con él a comprar al Carrefour y se para cada dos por tres para hablar con alguien, bien sea uno de 20(alguno de sus chicos, como él los llama) o uno de 50(algún padre que le agradece todo lo que ha hecho por los niños). Ahora que soy más mayor, sigo queriéndole un montón y aunque los dos tenemos un carácter fuerte y a veces discutimos, siempre acabamos juntos bromeando como los que mas y sabiendo que la vida de uno sin el otro no hubiese sido posible.
Para concluir quería decir que me ha costado un poco, pero al final he visto que mi vocación es la de estar con los niños como hacia mi padre, seguro que si él hubiese tenido la oportunidad de estudiar habría sido maestro.
(No veáis lo que he llorado escribiendo la maldita redacción).